Cómo se hace: ¿Cómo funciona una calculadora?
La calculadora electrónica de bolsillo es un dispositivo que permite realizar en poco tiempo operaciones matemáticas sin tener que utilizar lápiz y papel, contar con los dedos o memorizar las tablas de multiplicar, que luego a la hora de la verdad, no te sirven ni para entrar en un reality show. Además, son el escondite perfecto para ocultar chuletas en los exámenes en los que se permite usar calculadora, como los de filosofía o conocimiento del medio. Los antecedentes históricos son múltiples, ya que a lo largo de la historia de la humanidad no ha habido demasiadas cosas que contar y las modas se pasaban rápido. El primer aparato diseñado para el cálculo fue el ábaco, y a este le siguieron, con el tiempo, las calculadoras mecánicas (como el mecanismo de Anticitera, que servía para saber cuándo se iban a celebrar los Juegos Olímpicos de la Antigüedad y poder presentar con tiempo la candidatura de Madrid de cara a los siguientes), la regla de cálculo de Oughtred, el ordenador primitivo de Babbage o la Calculadora Curta, hasta llegar a las recientes calculadoras electrónicas de transitores, del tamaño de una máquina de escribir. Las calculadoras se componen de fuente de energía, pantalla (normalmente LED o LCD), circuitería electrónica, teclado y, los modelos más avanzados, memoria. El funcionamiento de las calculadoras actuales es sencillo y está condicionado por el constante proceso de miniaturización y la utilización de chips de bajo consumo. La calculadora dispone en su interior de ábacos microcópicos, miniaturizados. Los ácaros del polvo han podido ser entrenados para mover las bolas mediante un proceso doble de estimulación: una negativa, es decir, la aplicación de descargas eléctricas a los ácaros perezosos, y otra positiva, suministrando automáticamente migas de patatas chips de bajo consumo, o sea, de una marca poco conocida que casi nadie compra, a los ácaros más eficientes. La introducción de operaciones con raices cuadradas no ha sido posible hasta épocas recientes. Concretamente hasta que no se perfeccionaron las técnicas de manipulación genética de plantas plantas vasculares no pteridófitas. © elkarma.eus |
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