marzo 28, 2024

Debajo de la Palmera: Burbujas humanas

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¿Qué es una burbuja sino una nada esférica que asciende por estar vacía?

Se dan burbujas en los fluidos y se dan en las sociedades. Euskadi está llena de burbujas. Son los hombres y mujeres burbujas.

El poder ascensional de su vacuidad los lleva en algunos casos a ocupar los más altos cargos, donde se deslizan y prosperan, en la política, en la empresa, en la sociedad, con serenidad de lamas, gozando de la luz reflejada de subalternos desconocidos quienes son los que valen, pero no brillan. Son notables estos especímenes burbujas. Atraen la atención cotidiana de esos maliciosos creadores de mitos que son algunos plumíferos y logran ocupar las primeras páginas de los diarios, los mejores espacios de la televisión y de la radio y los puestos de atrás en los coches oficiales y en los de empresa.

Flotan en los vaivenes de la política con suavidad de nenúfares. Nadan con elegancia de cisnes. Escapan de los compromisos ideológicos, de las lealtades de partidos, de las responsabilidades administrativas y de la gratitud personal. Son rotundos en sus declaraciones sonoras y, naturalmente, vacuas. Saben sonreír y usar la paleta de pescado. Son acomodaticios y amables, buenos anfitriones, alegres comensales y su esfericidad se reviste, siempre de una iridiscente cutícula de cultura de “best sellers” y de restaurantes famosos.

No solo se les acepta sino que se les busca, se les requiere. Ellos son el gas que transforma el sencillo vino blanco en champagne. Tienen además la utilidad de los instrumentos de medición, pues anuncian con su adherencia a las personalidades con futuro cierto: las burbujas se pegan siempre de los fuertes y de los que van a triunfar. Por eso un rosario de hombres y mujeres burbujas son como el alba que precede la llegada del amanecer del nuevo líder, del nuevo afortunado, del próximo candidato/a con posibilidades de victoria. Los captan con su radar.

Su compañía es equivalente al relincho del caballo que dio el trono a Ciro el Grande, o al Cid Campeador. Su saludo no es a los gladiadores que van a morir sino al César que va a dominar.

El único peligro que corren este tipo de burbujas humanas, es solo éste: que de vez en cuando los pueblos afilan pinchos y los acercan a la esfera ascendente.

Y digo yo. ¿No se dan cuenta algunas de estas burbujas ni oyen por casualidad, en alguna parte, los chirridos de las piedras de amolar?

Iñaki Anasagasti © elkarma.eus

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