Debajo de la Palmera: Un tonto en cinco idiomas
Salvador de Madariaga fue un diplomático y escritor español, ministro en 1934 de Instrucción Pública y Bellas Artes con el gobierno de la República. Trabajó en la Sociedad de Naciones como jefe de personal de la Sección de Desarme y más tarde representó a la República como embajador en Washington y Paris, así como delegado español ante la Asamblea de Naciones. Un poco insoportable era así mismo, bastante pedante hasta el punto que se comenta que en cierta ocasión José Ortega y Gasset tuvo un pequeño desencuentro dialéctico con Salvador de Madariaga sobre algún tema de grave enjundia intelectual, o quizás no tanta. La cuestión es que Madariaga, o acaso alguien en su nombre, defendió la cuestión aludiendo al hecho de que Salvador de Madariaga hablaba cinco idiomas. Ante aquello, la respuesta de Ortega fue corta pero contundente. «Eso solo quiere decir que D. Salvador es tonto en cinco idiomas». Sirva este preámbulo como presentación del personaje que al parecer no admiraba en nada a los vascos siendo su apellido euskaldun. Lo demostró publicando un artículo en el Corriere de la Sera con ocasión de la muerte de Pío Baroja. En él trató de disminuir los méritos universales de Baroja y, de paso, generalizar sus ataques para rebajar la categoría intelectual de los vascos a los que negaba «espíritu sistemático y supremacía de conciencia» y nos consideraba incapaces de desarrollar las reacciones del alma ante la realidad y de recogerlas en su sistema filosófico y estético. «La mente vasca”-añadía Madariaga – “es como el pais que la produce: un territorio de valles estrechos. Y como los caminos de las aldeas vascas son estrechas y no dejan sitio más que para un solo carruaje, así, en las circunvalaciones cerebrales del vasco, no hay sitio más que para una sola idea». Ante aquel ataque gratuito un escritor vasco, Arteche, le replicó. «No creo Sr. Madariaga, que la idea única en la mente vasca comporte desdoro siempre. San Ignacio de Loyola fue el hombre de una sola idea y creó la Compañía de Jesús. Elcano fue el hombre de una sola idea y dio la vuelta al mundo. Un marino poseído de una idea única, la idea humanamente imposible entonces de arribar al puerto de salida dando la vuelta a la tierra. A Urdaneta le poseía el cambio de navegabilidad del Oceáno Pacífico de Occidente a Oriente y solo vivió para esa idea. San Francisco Javier, lo mismo que su jefe San Ignacio, fue también hombre de una sola idea. El Obispo Carranza estuvo poseido por una sola idea como era la de reformar la Iglesia. Legazpi, al ocaso de sus días, se entregó generosamente a una sola idea». «No importa” – concluía Arteche – ”que seamos incapaces para más de una idea. Lo importante señor Madariaga, es la idea que nos invade y nos habita y termina por darnos su propia forma». Viendo el panorama actual hay que seguir coligiendo que por muchos masters que se tengan hay muchos personajes como Salvador de Madariaga, tontos en cinco idiomas a los que no hay que hacer mucho caso. Es lo que hay, y la historia se repite. Iñaki Anasagasti © elkarma.eus |
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