Una de las salsas más deliciosas con las que podemos aderezar un plato es la mayonesa. O mahonesa. O bayonesa. O salsonesa. O como queramos llamar a la crema blanca amarillenta que nos sirve para mantener la capa adiposa bajo nuestra piel, cuando no aumentarla, a pesar de pasarnos la vida comiendo ensaladas de canónigos. Bien por falta de recursos económicos, bien por un corte en el suministro de los proveedores de los supermercados, bien porque nuestra cuñada nos ha puesto la cabeza como un bombo con eso de que la mayonesa industrial es pura química, puede resultar satisfactorio aprender a elaborar nuestra propia mayonesa casera.
Lo primero que debemos hacer es cascar un huevo en un cuenco. También se puede cascar el huevo antes lanzándolo contra la pared y luego recoger del suelo la clara y la yema que vaya escurriendo. El inconveniente es que esta técnica lleva más tiempo, pero la ventaja está en que el huevo estará medio batido. Si preferimos el método tradicional del cuenco, procedemos a batir el huevo con una batidora o una mezcladora de cemento si nos resulta más fácil. Si cayera algún trozo de cáscara no es conveniente retirarla, porque así se dota a la mayonesa de una textura más crujiente que encanta a los niños, siempre y cuando no se sofoquen con un pedazo demasiado grande. Pero eso sólo sucede en menos de un 40% de las veces.
Una vez batido el huevo se agrega sal, vinagre y, si nos gusta un toque picante, podemos añadir ácido de batería en caso de tenerlo a mano. Aguarrás de pintor también sirve, aunque no es lo mismo. Cuando esté todo bien mezclado lo vertemos junto con una gran cantidad de aceite en un vaso alto. A poder ser aceite de motor, porque el aceite de desengrasar bisagras tiende a hacer grumos. Introducimos de nuevo la batidora en el vaso, la ponemos en marcha y la mantenemos quieta sin moverla hasta que espese. Es probable que tengamos la tentación de meter el dedo entre las cuchillas para asegurarnos de que está batiendo bien. Si es así, es posible que la sangre y los restos de piel, músculo y hueso ayuden a espesar la mayonesa, pero su tono se acercará más al de la salsa rosa. Eso quedará a gusto del consumidor.
Cuando comprobemos que ha tomado cuerpo, realizaremos movimientos suaves, ascendentes y descendentes, dentro de lo que nos permita el dolor por la falange amputada, hasta que quede una salsa homogénea. En este paso es importante introducir el brazo de la batidora hasta el fondo y triturar sin levantar la batidora, de modo que cuando empiece a emulsionar, la movamos de arriba abajo suavemente. Cuanto mayor sea el trozo de dedo más tendremos que apretar la batidora contra el fondo. En un par de horas la mayonesa estaría lista.
Uno de los problemas más comunes a la hora de elaborar esta salsa es que se corte. Lo mejor para evitar este contratiempo es verter un poco de alcohol de alta graduación. De esta manera la mayonesa se desinhibe, pierde la timidez, comienza a hablarte cada vez desde más cerca, puede que incluso con conatos de flirteo, y ya no se corta en lo que queda de noche. En cualquier caso sólo procederemos a ingerirla con su expreso consentimiento.
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