Una de las posturas gimnásticas más divulgada, muy extendida también entre los practicantes del yoga y los aficionados a películas de terror manieristas como El exorcista, es la conocida como el pino puente. Si bien es una postura muy extendida y popular, dominarla con maestría requiere años y una depuración de la técnica que exige dedicación, precisión y un cierto desapego hacia la integridad de las vértebras lumbares. Ya los antiguos egipcios la practicaban, allá por el año 1.780 a.C., aunque resulta difícil encontrar pruebas gráficas documentales en los jeroglíficos de la época porque los ilustradores del segundo período intermedio sólo trabajaban las figuras verticales y el pino puente les ocupaba mucho espacio y luego no cabían los ankhs, los señores con cabeza de halcón de perfil ni las manitas haciendo el OK.
Lo primero que debemos hacer para ejecutar el pino puente es extender los brazos hacia arriba. Es conveniente haberse duchado antes o estar solo. Si uno de encuentra acompañado y no ha cumplido la primera premisa no es conveniente suplir la falta de higiene con desodorante, que luego se mezclan los olores, con lo poco que transpira la licra. Una vez estén los brazos arriba, se van desplazando hacia delante y hacia abajo, y se acompaña el movimiento con la inclinación de la espalda en la misma dirección antes de que el húmero se desencaje de la clavícula. Una vez que las manos toquen el suelo se aprovecha el impulso para despegar los pies del firme, y se elevan las piernas en la dirección del movimiento, de forma que nuestra cabeza apunte hacia abajo y las extremidades inferiores del cuerpo apunten hacia el techo, esquivando la lámpara de araña, que hubiese sido conveniente quitar antes de proceder con el ejercicio.
Una vez que nuestro cuerpo se encuentre en posición vertical invertida mantenemos la postura mientras hacemos evaluación de daños y comprobamos que ninguna de las vértebras se ha desplazado de su ubicación habitual. Acto seguido, las piernas siguen avanzando hacia delante y la espalda se comba de manera antinatural porque en realidad lo que le gusta es reposar sobre el sofá y que la dejen de líos. La trayectoria de las piernas continúa hasta que, o bien los pies tocan el suelo o las manos se resbalan por el peso o por la impericia del ejecutor provocando una fractura de las cervicales. En cualquiera de los dos casos el ejercicio habría concluido.
A pesar de su nombre, el pino puente puede realizarse en cualquier momento del año y no necesariamente cuando el jueves caiga en festivo y entonces el viernes no se trabaje.
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