abril 8, 2025

Gora Euskadi: Minorías insolidarias

No es fácil la tarea de la prensa de aquilatar los anhelos, sueños, derechos y logros de la ciudadanía que se acerca a sus páginas en busca de consejo, aprobación y consuelo. Porque si hay algo que no pueden permitirse los medios de comunicación escritos, atalaya de la reflexión y el análisis, es sucumbir ante los cantos de sirena de la equidistancia ante la injusticia y el buenismo connivente. A menudo caeríamos en la molicie y el desarraigo normativo si no fuera por que la prensa nos enfrenta a la iniquidad de ciertas minorías que, valiéndose del carácter caritativo y cándido del ciudadano que rehuye el conflicto, se aprovechan de este para perpetuar un estatus de privilegio que atenta contra la paz social. Por eso grupos de comunicación como Vocento se ven en la obligación de sacudir con un metafórico sopapo la cara del lector con titulares como el que aparecía en el diario El Correo del lunes 10 de marzo, a toda página, y que rezaba “Los pensionistas cada vez reciben más dinero del que aportan, salvo los que se prejubilan”.


El periódico no se deja engañar por el aspecto frágil, vulnerable y quebradizo del anciano pensionista, que oculta bajo sus camisas de cuadros y sus jerséis de punto un corazón avaro y acaparador. Ese 19% de la población, según datos del Instituto Nacional de Estadística, que, cual modernos Scrooge, exprimen las arcas del Estado sin un ápice de conmiseración para con el resto de la abucharada población activa. El Correo apunta con su dedo inquisitorial a ese colectivo egoísta e insolidario que siempre quiere más y que, casi con toda seguridad, disfruta de una longevidad por encima de sus posibilidades. El diario no se amilana hacia esa caterva desconsiderada que, en un alarde de desfachatez, se atreve a justificarse alegando que ya han cotizado durante cuarenta años y se lo merecen. Nos lo restriegan por la cara. A la ya de por sí detestable ansia materialista de exigir más peculio, suman una desmedida falta de empatía hacia el trabajador que acumula contratos temporales y no verá en su vida laboral cuarenta años trabajados ni aunque un hacker ruso le piratee el perfil de la Seguridad Social.

Pero, como ya hemos dicho, a Vocento la figura del viejo venerable no le nubla el juicio. Es consciente de que el ciudadano corriente siente una mezcla de respeto y lástima hacia el anciano jubilado, aunque en el fondo sabe que en una pelea cuerpo a cuerpo probablemente le pueda. Salvo si se trata de Clint Eastwood que, a pesar de sus 94 años, y utilizando un tecnicismo financiero, todavía nos puede calzar una hostia. El Correo tampoco pretende llevar las cosas tan lejos, pero hay que saber leer entre líneas. De momento nos anima a empoderarnos. Abajo el edadismo.

Héctor Sánchez © elkarma.eus

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