julio 28, 2025

Butaca de Gallinero: Agonía

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Así como los osos pandas existen a su pesar, porque ahí siguen sobreviviendo sin poner mucho de su parte (sólo comen bambú y reproducirse en cautividad les da pereza), el mundo del cine ha sido históricamente todo lo contrario. A lo largo de los años ha ido coleccionando crisis que iban a borrar a las películas hollywoodienses del mapa, y las ha ido superando una a una. La irrupción del sonoro y los consiguientes problemas del idioma, la llegada de la televisión, el auge de los videoclubes, la aparición de las plataformas de streaming y una pandemia mundial han ido dejando a la industria cinematográfica tocada pero jamás hundida. Pero eso podría acabarse. Porque Donald Trump está resultando más venenoso para el cine que la filmografía completa de Pauly Shore.

A diferencia del personaje de Tim Roth en Reservoir Dogs, este otro señor Naranja es más propenso a pegar disparos que a recibirlos. Así, su propuesta de un arancel del 100% a películas extranjeras, que busca, según dice, proteger al cine patrio estadounidense, es una bala directa al estómago de Hollywood. Producciones como Mission: Impossible, más americanas que un pastel de manzana con forma de rifle Winchester, se filman en el extranjero por costos y ventajas fiscales. La industria que asegura proteger Trump está que trina porque lo mismo tiene que cerrar el chiringuito. A lo mejor ahora los estadounidenses se tienen que ir a Perpiñán.

Roberto Aguirre © elkarma.eus

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