octubre 3, 2025

Flims: Una batalla tras otra

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r234_flimsEl problema de ser un director – evento, de esos cuyas películas se esperan como agua de mayo, es que no te puedes permitir el lujo de relajarte y cobrar el cheque. Wes Anderson no se podría conformar con rodar un remake de los Power Rangers, por mucho que se prestara a filmar colores pastel y formaciones de combate totalmente simétricas. Y mucho menos lo iba a hacer Paul Thomas Anderson, el niño prodigio que se adentró en el porno de los 70 y 80 con Boogie Nights o que trató de dignificar la carrera de Tom Cruise en Magnolia. Así que, aunque el cuerpo le pedía hacer una película de acción con tiros y testosterona, no ha podido evitar adaptar la novela contracultural Vineland de Thomas Pynchon. Porque la cabra tira al monte y de alguna manera tenía que decir el hombre que la era Trump es una revisitación de la era Reagan con gorras rojas en vez de sombreros de cowboy.

La trama, ambientada en 1984, cuenta la hazaña de Bob Ferguson (Di Caprio), un activista en horas bajas al que una antigua figura de la autoridad que le atormentó en el pasado secuestra a su hija. Si Bob hubiese sido un emprendedor neoliberal como Schwarzenegger en Comando solucionaría la papeleta él solo con un lanzacohetes. Pero como se considera un tipo de izquierdas y le tira el asamblearismo, prefiere contactar con un grupo de revolucionarios. Nostalgia reivindicativa de señores que opinan que ser paranoicos no implica que no les sigan.

LO MEJOR
Haber elegido como base de la pizza (sin regaliz) un libro más elevado que las aventuras de Harry Potter o cualquier otra fruslería young adult.

LO PEOR
Esa sensación de estar siendo aleccionados sobre lo mal que lo pasa la gente activista y que a lo mejor no merece tanto la pena serlo.

Horacio Sandoval © elkarma.eus

 

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