Como burro con orejeras, cerramos el 2016 siguiendo hacia adelante por pura inercia. A pesar de tener el lomo arqueado ya de tanto peso y malditas las ganas de continuar. La zanahoria, ya ni siquiera apetecible, continúa delante: viernes negro de consumo para despedir el año en el carrusel de unas compras cada vez más cutres o una limosnita para el banco bueno en alimentos de marca blanca sin rascarse demasiado el bolsillo.

A los lados, fuera del camino marcado, prosiguen las señales de derrumbe de esta chirriante fábula. La clase obrera blanca anglosajona bascula hacia el patriotismo, asqueada y saqueada por la globalización capitalista. Y cuando en la metrópoli se apean ya del burro, aunque sea entronizando al becerro de oro menos creíble, aquí en la colonia, los súbditos se aferran al nihilismo del más de lo mismo, esperando el milagro mientras sus bolsas y sus vidas van menguando en volumen e ilusión.

Pero más allá de la estrechez de miras, se encuentra el abanico de iniciativas para encarar no ya la que se avecina, sino la que tenemos encima. Comenzando por desperezarse y sacudirse las cargas. Continuando con practicar el noble arte de la coz.

Jtxo Estebaranz©humorenlared.com