abril 9, 2017

Butaca de Gallinero: Oropel

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Hace algunas semanas leí en un diario, a propósito de la entrega de los premios Goya, un artículo cuya misión era la de desmitificar el oropel cosmético de la ceremonia. En el texto se decía que la mitad de los actores que han trabajado este año no supera unos ingresos anuales de 3.000 euros y que el 29% no llega a los 600 euros al año. También dejaban entrever que muchos actores y actrices languidecen en sus casas (o bajo puentes, parece) con ropas raídas y el pelo grasiento y descuidado, a la espera de que les llamen para un papel, ansiosos por recibir una invitación para asistir a los Goya y así poder vestir galas prestadas, lucir peinados prestados y comer canapés de gorra. Un panorama que convertiría a la Norma Desmond de El crepúsculo de los dioses en una Jennifer Lawrence triunfadora e hiperactiva.

Que te cuenten que la profesión de actor está muy malamente (como la de filólogo etíope) y que las galas televisadas son un ejercicio de esplendor vacío, es como que la revista Science anuncie que todo apunta a que el mamut está extinguido. No hace falta ser un genio para descubrir que son pocos los actores que trascienden y que su fulgor tiende a ser breve. Pero bueno, entiendo que a los mortales sin brillo nos tienen que decir que no estamos tan mal y que no es oro todo lo que reluce. A esos a los que no nos roban las joyas.

Roberto Aguirre © humorenlared.com

 

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