Las personas que padecen cleptomanía sufren un impulso irrefrenable por robar, de forma que solo pueden aplacar su ansiedad sustrayendo el objeto deseado. Sin embargo, a la acción del latrocinio le sigue un refuerzo negativo que cronifica el trastorno. Además, el alivio del estrés generado por ese impulso irresistible dura poco y el ciclo vuelve empezar. «Lo que diferencia a un cleptómano o cleptómana de un ladrón o ladrona es precisamente el impulso», apunta Eulogia Masónica, psiquiatra forense interina del penal de Alhaurín de la Torre. «Un ladrón roba por dinero, o porque le pone cachondo, por ejemplo. Un sujeto cleptómano puede no que no necesite ni quiera lo que roba, pero lo sustrae por puro impulso. Vamos, que si yo ahora mismo estoy en la cola del banco, pasa un guarda de seguridad y se le cae un saco de billetes y, un suponer, yo no pudiera evitar resistirme de trincar la pasta, estaríamos ante un caso de cleptomanía. Por lo tanto, en caso de juicio no estaríamos ante un delincuente, sino ante una persona enferma. Eso es al menos lo que va a alegar mi abogado», finaliza. (Más…) |