En el momento en que escribo estas líneas, la actriz china Fan Bingbing acaba de dar señales de vida. No se había liado tomando cañas con el presidente de Interpol, sino que debía dinero al fisco patrio. La noticia no pasaría de una mera anécdota de no ser por el monto total de la deuda, 130 millones de dólares (no me consta si la artista ha apelado a su público como Lola Flores, y ha pedido un yuan a cada chino, cosa que, al cambio, le hubiera salido a cuenta) y por las consecuencias de la espantá de Bingbing. Porque su desaparición de tres meses ha obligado al equipo de producción de la película que se encontraba rodando, el drama bélico ambientado en la II Guerra Mundial Air Strike, protagonizado por Bruce Willis, a cancelar el proyecto. Fan no sólo defrauda pasta sino que hace perder 65 millones de dólares a China Film Group Corporation. El sueño húmedo de Jordan Belfort. (Más…)

De acuerdo, no soy tan ingenuo como para pensar que las películas no esconden una intencionalidad velada, oculta entre los pliegues de su argumento y puesta en escena. Pero a mí que no me vengan con historias. La obsesión por escudriñar el subtexto con lupa y señalar con el dedo acusador (confiando en que no se vea mucho la roña de la uña) es de gente a la que el cine se la sopla y tiene que entretenerse con cuestiones accesorias y ajenas a la trama. (Más…)

Hace unos años se inició una tendencia cinematográfica conocida como mumblecore. Como ya hiciera el Dogma danés, pretendía crear una nueva manera de hacer cine, más naturalista, profundamente entroncada con el cine indie de los 90. Tramas pequeñas, que buscaban contar historias cotidianas. Como el infierno está empedrado de buenas intenciones, el resultado han sido un puñado de filmes infumables en los que a los actores, en su afán por reflejar la realidad y huir del artificio de la interpretación, no se les entiende lo que dicen.

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