En 2006 los beneficios de Michelín fueron de 573 millones de dólares. Para celebrarlo a lo grande, el fabricante francés de neumáticos firmaba con el Pentágono el suministro de ruedas a aviones, tanques, tanquetas, carretillas y demás vehículos militares del ejército norteamericano a cambio de 1.800 millones de euros. El 11 de diciembre de 2007, el comité de empresa de Michelín-Lasarte firmaba el plan presentado por la empresa francesa. Liberté, egalité y globalité, “que en traducción libre al castellano viene a significar: como os pongáis tontos cerramos la planta de Gasteiz…”, reconoce uno de los agraciados en el bombo global, que prefiere mantener el anonimato. El trato: fabricar ruedas para motos de alta gama y abandonar la de neumáticos para turismos a cambio de mantener 600 puestos de trabajo. 800, entre directos e indirectos desaparecerán en Donostialdea.

Los trabajadores con contrato indefinido en Michelín podrán acogerse a bajas incentivadas y prejubilaciones; los eventuales quedarán a disposición de la empresa para traslados y los empleados en empresas auxiliares quedarán en la intemperie laboral. “A la puta calle nos vamos a ir. Ponlo claro”, afirma uno de ellos mientras ojea el periódico. “Soy antimilitarista pero no le haría ascos a fabricar neumáticos para el ejército yankee. Son las contradicciones a las que nos somete el capitalismo”, asiente otro.

La salida es por allí

Jean Paul Position es director de pinchazos y patinajes de la empresa. Desde su búnker subterráneo en la localidad francesa de Clemont-Ferrand elude comentar la jugada y remite a la web del grupo donde se lee que Michelin “posee (sic) más de 115 mil empleados en el mundo entero, siendo…

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