Es difícil ser melómano, disfrutar de verdad escuchando música. A poco que uno tenga morro fino, hace falta escuchar un instrumento bueno, tocado bien por un buen músico que tenía un buen día, recogido su sonido por unos buenos micros puestos como dios manda por alguien que sabía, grabado, editado, mezclado y masterizado con todo el cariño del mundo en un buen estudio y por gente cualificada, y reproducido finalmente en un equipo decente, situado (no de cualquier manera) en un lugar con buena acústica que no traicione el color original de la grabación, a un volumen suficiente pero no exagerado. Y por supuesto estamos hablando de oyentes sin problema alguno de audición que desarrollen la actividad en absoluto silencio. (Más…) |