junio 11, 2018

Hadouken! Hadouken!: El fin de las rockstars

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Año 2006. Un treintañero llamado Cliffy B asombra al mundo con un macarra y gore juego protagonizado por marines malhablados titulado Gears of War. Fue un éxito rotundo que ayudó a que la 360 se convirtiera en aquella época en la consola hardcore por defecto, cuando ese término aún significaba algo. Lo que pocos sabíamos entonces es que el bueno de Cliffy nos llevaba acompañando durante toda nuestra vida como jugadores: con apenas 17 años entró en Epic Games, donde creó el simpático Jazz Jackrabbit y fue uno de los principales diseñadores de niveles en el eterno Unreal Tournament. Con Gears of War tocó el cielo, se forró y de la noche a la mañana se convirtió en una rockstar como en la década anterior lo fue John Romero al Doom. Ambos tenían en común su amor por los Lamborghinis, un gran exhibicionismo y predilección por las declaraciones salidas de tono. (Más…)

junio 10, 2018

Lo que hay que oír: Janelle Monae

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r198_discosJANELLE MONAE
Dirty Computer
Atlantic

Ciencia ficción, psicodelia, cine, disco, Stevie Wonder, Prince, feminismo, coraje, R&B. El nuevo álbum de la de Atlanta lo tiene todo. Aparta su distopia robótica para iniciar otra con este disco conceptual en la que los seres humanos que no encajan en los cánones de la élite son denominados Ordenadores sucios y reseteados sin compasión. Un disco reivindicativo de una mujer que se declara pansexual. Una genia en estado de gracia.

© humorenlared.com

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junio 9, 2018

Oreja a la plancha: Chuck Schuldiner facts

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Huía de las partes fuertes del compás como si quemaran. Cambiaba constantemente de tempo, de ambiente. Usaba los recursos musicales más duros e hirientes que tuviera a su alcance pero ciñéndose estrictamente a lo que a él le diera un buen resultado, y convirtiendo en una gran virtud el compendio de sus atormentadas manías, perfeccionó un modus operandi que a día de hoy todavía parece pertenecer al futuro. Una forma de hacer las cosas que planta cara al más pintado, que te desafía a descubrir el porqué de unas estructuras mensurables, claras y nítidas, pero que se te escurren entre los dedos y se van a su rinconcito a disfrutarse a sí mismas. Se miran pero no se tocan. Y mucho menos se comprenden. Si lo intentas vas a recibir más hostias que una estera, y el resultado va a ser más que incierto.
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