En un acuerdo sin precedentes entre el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y diferentes administraciones de países emisores de turistas que visitan cada año ciudades de todo el estado se ha dado luz verde al proyecto de Ley que permitirá que los habitantes locales puedan visitar pisos turísticos sin invitación previa y sin previo aviso, para concentrarse en el pasillo sin dejar circular con libertad a sus ocupantes, curiosear en los cajones de las diferentes habitaciones, celebrar botellones improvisados en el salón de la estancia e incluso saltar desde la alacena de la cocina al fregadero bajo el influjo de substancias. La medida pretende establecer un régimen de reciprocidad entre la población nativa y la foránea que ayude a estrechar lazos culturales.

Locals come home

Aunque la medida no se implantaría hasta dentro de unos meses, está previsto que en la próxima temporada alta veraniega los vecinos de ciudades como Barcelona, Madrid, Sevilla o Bilbao puedan ya irrumpir sin previo aviso en alojamientos de Airbnb en los que estén instalados turistas para poder imbuirse de cosmopolitismo, al margen del trastorno que pueda ocasionar al visitante tener que guardar largas colas para usar el retrete o esquivar a pobladores nativos que abarrotan el comedor.

El alto poder adquisitivo de gran parte de los turistas procedentes del extranjero, sumado al asequible precio de las bebidas alcohólicas en comparación con el de sus países de origen, asegura a la población local que invada en masa los pisos turísticos que va a encontrar el mueble bar lleno, por lo que se incentiva así el turismo interno de borrachera, que ya se utiliza como reclamo en agencias de viajes de todo el mundo.

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