Asociaciones de defensores de teorías de la conspiración se han mostrado alarmadas, “incluso más de lo habitual”, por el palmarés de la ceremonia de los Oscar del pasado domingo. El colectivo de activistas conspiranoicos cree adivinar patrones en clave detrás de los títulos y tramas de las películas premiadas, y según datos de la Administración Federal de Vivienda de los EE.UU. el precio del metro cuadrado de búnker antinuclear se ha disparado a máximos históricos. La victoria de Openheimer como mejor película y 20 días en Mariúpol como mejor documental preocupa, a la vez que alienta, a grupos preparacionistas que creen que lo de acumular botes de conservas en el sótano por fin va a salir a cuenta.

Algo era ello

El consenso en el colectivo de conspiranoicos sobre que Hollywood es un conciliábulo de judíos masones adoradores de Baphomet que maneja información privilegiada y elige a los ganadores de los Oscar para predisponer a la opinión pública ante las acciones calendarizadas en su agenda oculta, les hace temer lo peor. “El subtexto es claro. La guerra nuclear es inminente, pero si dices que te sientes culpable se perdona todo. Lo del documental sobre Ucrania es para coger ideas y empatizar, porque uno no se acostumbra a vivir entre edificios derruidos así de un día para otro. Y bueno, que La zona de interés haya ganado mejor película internacional es porque, pase lo que pase en el futuro, la culpa siempre seguirá siendo de los nazis”, argumenta el survivalista Carl Derilla por walkie talkie desde su cabaña en Montana.

El gremio conspiracionista cree que morir calcinado por una inminente deflagración atómica “es jodido” pero que las “pobres criaturas” van a ser “los que se quedan” para sufrir el invierno nuclear.

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