De acuerdo con los datos de la última Encuesta de Patógenos Activos (EPA) publicada por el Institulo Microbiano de Estadística (IME), crece la preocupación entre gérmenes, bacterias, virus y otros agentes patógenos ante el futuro de su jubilación. El aumento de los índices de toses improductivas pondría en peligro la base del sistema de pensiones, ya que la reducción de la población de vectores infecciosos activos resulta incompatible con el paulatino crecimiento del gasto de pensiones de jubilación. La aparición de superbacterias resistentes a los antibióticos ha causado un aumento de la esperanza de vida de los microorganismos patógenos por lo que la descompensación entre receptores de pensiones y toses productivas cotizantes a la seguridad social se vuelve insostenible.

Futuro incierto

La tendencia hacia un aumento de la tos improductiva, que ni trabaja ni se encuentra buscando empleo de manera activa, preocupa al colectivo de virus, que temen que se retrase la edad de jubilación ante el agotamiento de la hucha de las pensiones. “A veces hablas con coronavirus que se piensan que esto es como con la peste bubónica o con la viruela. Creen que se van a poder retirar con una jubilación decente. Al paso que va esto nos van a tener trabajando hasta los 80 años. Ya me veo viviendo en mitocondrias de la beneficiencia. Aunque tampoco va a haber plazas para todos como siga así la cosa”, explica un virus del sarampión que ido encadenando contratos temporales.

Sociólogos achacan la caída de toses productivas a una sensación de desengaño entre las expectoraciones más jóvenes en edad laboral, muy decepcionadas con una pandemia de COVID que apenas llegó a los 15 millones de húespedes humanos fallecidos y muy pesimistas con su futuro.

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