Un filósofo de la corriente rousseauniana con una fuerte inclinación hacia los comportamientos incívicos, como romper farolas a pedradas o poner la zancadilla a ancianas invidentes, ha pedido que el contrato social sea sólo a media jornada. Este acuerdo que mantienen los ciudadanos con el Estado en relación a sus derechos y deberes, cuya formulación fue propuesta por el pensador ilustrado francosuizo a mediados del siglo XVIII, es, en opinión del filósofo incívico, demasiado poco flexible y “nos convierte prácticamente en falsos autónomos”. También argumenta que “el imperio de la Ley está bien, pero tampoco como para todos los días”.

Bueno por naturaleza hasta cierto punto

El filósofo rousseauniano entiende que, para vivir en sociedad, los seres humanos acordasen un contrato social implícito que les otorgara ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza, pero defiende que eso puede hacerse sólo por las mañanas o sólo por las tardes para poder conciliar las obligaciones éticas y morales del individuo con su pulsión natural de odiar a los demás. “Es que me parece que nos hemos venido un poco arriba con todo esto. Si un niño se pone a llorar en la terraza de una cafetería, yo me levanto y le doy un sopapo para que se calle, que el resto de clientes del bar me empiecen a mirar mal me parece un ejercicio de chantaje emocional intolerable”, explica el filósofo, que ejerce de profesor de ética en un instituto.

Por el momento se ha puesto en contacto con varios abogados laboralistas hobbesianos para revisar el contrato social y tratar de cambiarlo “por lo menos, por lo menos, a uno de formación en alternancia”.

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