Una investigación de la Sociedad Internacional para el Estudio Tempranero de la Alegría (SIESTA) señala que el 66% de las personas con cuadros de insomnio encuestadas que leen el prospecto del somnífero recetado por su médico de cabecera, alcanzan el estado REM del sueño antes de llegar al apartado “contraindicaciones”. Según el psicólogo Celso Mier, que ha coordinado dos entrevistas, la suya y la de su hermano Alfonso, los resultados de la investigación abren “un mundo de posibilidades en la industria farmacológica que, por lo que sea, solo contrata gente con titulaciones científicas”.

Placebo y tentetieso

Celso Mier está convencido de que “con la estructura y contenidos adecuados” los prospectos de todos los medicamentos podrán replicar el efecto conseguido por los de los somníferos. Acaba de pedir una subvención con cargo a los fondos Next Generation de la Unión Europea y se muestra esperanzado porque “la ha escrito pero superbien”. Mier quiere que los talleres de escritura creativa que proliferan en tantos pueblos y ciudades tengan alguna “utilidad real”. La crítica literaria Mónica Romatos cree que los resultados del estudio de la SIESTA no son concluyentes. “Yo en la encuesta contesté que no me había dormido al leer el prospecto y que me parecía feo que Alfonso Mier presidiera la sociedad para el estudio tempranero ese”.

En cualquier caso desde que en 1927 los doctores Pedro Boquilla y Benito Picadura publicaran su monografía El uso del prospecto del medicamento como papel para liar tabaco, y lo que no es tabaco, entre los enfermos de tuberculosis no se había prestado tanta atención al casi siempre olvidado pedazo de celulosa.

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