Dos varones de mediana edad que se habían retado a muerte por agravios mutuos en un descampado de las afueras de Calahorra, han atravesado, según declaraciones de sus testigos, las cinco etapas del duelo de Kübler-Ross, demostrando empíricamente el modelo postulado por la psiquiatra suiza. Durante el duelo, que se ha celebrado a florete, y que de haberse celebrado a pistola “no habría dado tiempo a demostrar empíricamente nada porque eso es apretar al gatillo y ya”, los dos contrincantes han pasado por las fases de negación, ira, negociación, depresión y aceptación, en una sucesión canónica de manual.

Seguir el proceso

Los duelistas, que han mantenido su identidad en el anonimato porque los duelos están prohibidos en el estado español so pena de muerte, destierro a América o galeras, comenzaron diciendo que el tamaño de su miembro viril no coincidía para nada con la talla afirmada por el contrincante, motivo preliminar de la disputa iniciada con el guantazo reglamentario. A continuación fueron presa de la rabia al comprobar que ninguno de los dos se echaba para atrás en sus calificaciones antropométricas, para, acto seguido, tratar de acordar que si bien su órgano reproductor no era especialmente grande, tal vez incluso menor a la media, tampoco era tan pequeño como el oponente había aseverado indiscretamente. A lo pocos minutos, acusada ya la fatiga por culpa de una forma física muy mejorable, comenzaron a sentirse alicaídos y con ganas de fumarse un cigarro en lugar de hacer el imbécil en medio de la nada. Finalmente ambos decidieron que el tamaño no importa sino cómo se utiliza, y dejaron caer sus floretes.

Sus respectivas parejas han asegurado que ni tamaño, ni habilidad, ni nada, pero que cualquiera les dice nada, no vayan a seguir dejándolas en ridículo.

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