Los llamamientos de la cumbre del G8 a Hamás, para que acepte el plan de alto el fuego del presidente norteamericano Joe Biden, y a Israel, para que se abstenga de expandir a Rafah la reurbanización creativa que lleva nueve meses aplicando en Gaza, hacen temer al analista Mohamed Al Julai que “el genocidio de los palestinos no va a parar pero es posible que desaparezca de las pantallas mundiales”. La politóloga Caye Naulladora considera que Joe Biden finalmente se ha dado cuenta de que tiene que “disimular mejor su incondicional apoyo a Israel para frenar la sangría. La sangría de votos que le cuesta de cara a su reelección en noviembre, digo”.

Desde el tedio hasta el mar

Si triunfa la idea de que Biden lo está intentando pero no le hacen caso es posible que se produzca un “encogimiento de hombros general y un a otra cosa mariposa global” que redunde en su beneficio, explica Naulladora. Si, por el contrario, el plan del presidente de Estados Unidos sale adelante, el conflicto israelopalestino entraría en otra fase de falsa resolución que podría durar 20 o 30 años «hasta que alguien se le ocurra perpetrar la próxima masacre«, acota el analista palestino Mohamed Al Julai. Los recientes esfuerzos de Hezbolá por “reanimar” la trama de a base de lanzar desde el Líbano misiles contra el norte de Israel “no pueden competir con el hype de un genocidio”, señala preocupado Gorka Roñero responsable de continuidad en Masacre TV.

En Occidente el verano hace peligrar los campamentos de solidaridad que se han montado en algunos campus. «Seguimos con métodos de protesta anclados en el siglo XX. A nadie se le ha ocurrido organizar un torneo de balconing en zonas turísticas a favor de los refugiados de Gaza», se lamenta la activista Violeta Bardillos.

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