La sensación que todos los usuarios han tenido alguna vez de que sus máquinas se instalan actualizaciones de manera pasivo agresiva para no hacer lo que tienen que hacer cuando más falta hace podría tener base real. Mientras la robotización y los cajeros automáticos a la intemperie donde te pueden atracar sin sentir claustrofobia siguen su expansión, la cara B de la revolución tecnológica hace lo propio. Según el ingeniero del MIT Joe Morton, la ingente cantidad de información sobre sí mismos que los humanos aportan “en sus interacciones reticulares” arroja resultados inesperados.

No apague el equipo…

“Hay casos de falta de atención y negligencia, impropios de la tecnoburra que nos han vendido”, confirma la socióloga Guadalupe Lanas. Por el momento el más serio es el de la Roomba desechada por sus dueños en Bucarest. “Se empeñaba en perseguir a los niños de la casa para que se montaran sobre ella y se le fundieran los circuitos por sobrecarga”, explica Lanas. Según Joe Morton estaríamos ante un fenómeno de “auto luddismo suicida” que atentaría contra las leyes de la robótica y parte del código civil rumano. Por su parte los informáticos de Securitas Direct, que vende alarmas con cerradura inteligente, han detectado varias líneas de “ruido” en el que las cerraduras de diversos domicilios dialogan entre sí y con los servidores centrales, cotilleando sobre sus dueños humanos y sus hábitos higiénicos.

Según Joe Morton todos estos “fallos” serán incorporados en breve al desarrollo de máquinas con las que podamos tratar de tú a tú. Con suerte, explica Morton, la Estupidez Artificial generará cierta simpatía conmiserativa respecto a sus creadores y no intentará exterminarnos.

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