Cuando parecía que las picaduras de carabelas portuguesas y salvarios daban paso a playas más animadas, el sindicato CNT, Confederación Náutica de Tintoreras, que a pesar de su nombre defiende a todas las especies de escualos que operan en las costas de la península ibérica e Islas Canarias y Baleares, ha advertido que “de seguir encalladas las negociaciones con la patronal turística, los avistamientos de la temporada estival pueden verse comprometidos”. El desacuerdo se centra en los horarios nocturnos que deben cubrirse para dar a las playas “mayor emoción”, aclara el periodista Juancar Naza. “La carne del nadador humano nocturno no pasaría un mínimo control de calidad”, admite la bióloga marina Natividad Muñones.

Blanco y en piscina

La mayoría de los tiburones entrevistados se muestran a favor de aparecer en las playas en horas punta diurnas. “Siempre puedes zamparte algún jubilado de carnes abundantes que no ha escuchado la alarma. Lo de arramblar con adolescentes en bikini es una leyenda de los setenta que nos ha hecho mucho daño”, comenta Baby Shark, nombre ficticio de un joven tiburón tigre. La oferta de la patronal para incluir hasta un 30% de “carne de migrante de primera calidad” en la dieta de los escualos no acaba de convencer. No obstante el segundo sindicato en número de afiliados, la Unión General de Tiburones, se ha mostrado dispuesta a sentarse en la mesa negociadora siempre que se aborde también el “creciente intrusismo de los delfines”.

La aparición de vistosos tiburones martillo en playas canarias hace apenas un mes alimentó la esperanza de que este verano España cogiera el relevo a Egipto. El país árabe triunfó en 2023 con vídeos de turistas rusos devorados ante el pasmo de bañistas y regocijo de voyeurs. A día de hoy sin embargo la huelga es una posibilidad.

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