La Sociedad Nacional de Hermandades Estudiantiles y el Club de Amigos de la Bandurria han emitido un comunicado conjunto en el que denuncian el abuso por parte de algunas agrupaciones musicales universitarias de la Auto-Tuna. Los colectivos firmantes consideran que esta herramienta, si bien usada con mesura puede resultar un recurso musical que estiliza las tonadillas para rondar a mozas o amenizar las fiestas de facultad, se utiliza con demasiada frecuencia y su abuso indiscriminado “destruye la verdadera esencia de las estudiantinas”, desvirtuando la tradición de tocar Clavelitos u Horas de Ronda sin ayuda alguna de la tecnología digital.

Muleta artística

La Auto-Tuna, el procesador de audio que permite enmascarar inexactitudes y errores en la interpretación de sonsonetes, añade de manera artificial, a través de complejos procesos de digitalización tonal, sonido de bandurrias, panderetas y coros de voces masculinas que hablan sobre tardes a media luz, boquitas de guinda, repiques de campanas u otros términos del acervo amoroso romántico del heteropatriarcado musical. “Las rondallas que emplean el Auto-Tuna empobrecen la música. Al final todas las voces suenan igual y resulta imposible distinguir el estilo de una banda de señores con cintas cosidas a la capa del de otra”, explica Borja Balí, laúd solista en la tuna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia.

Al margen de polémicas tecnológicas, Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos han manifestado su repulsa hacia las letras de las agrupaciones musicales que utilizan la Auto-Tuna. “Si ‘Son las cintas de mi capa / de mi capa estudiantil / un repique de campanas / cuando yo te rondo a ti’ no es una apología del acoso yo ya no sé lo que es…”, denuncia una progenitora preocupada.

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