El gremio de los mosquitos ha alcanzado en la tarde de ayer un acuerdo histórico en materia de reparto de competencias que pretende establecer un marco laboral que contribuya a fomentar leyes antitrust. Por primera vez en la larga carrera sindical del mosquito común o mosquito trompetero (culex pipiens), las actividades destinadas a exasperar a los humanos por las noches quedarán reguladas en campos diferentes, de modo que los mosquitos que se dediquen a picar a traición no podrán zumbar en la oreja del soliviantado o soliviantada, y viceversa. De esta manera se busca normalizar un procedimiento que genere pleno empleo, sin duplicidad de competencias, en el contexto de un mercado laboral saturado.

Solidaridad obrera

La capacidad de las hembras de mosquito de poner cerca de 3.000 huevos a lo largo de su vida ha obligado a patronal y sindicatos a colaborar para aprobar un reglamento que prohíba la acumulación de competencias y asegure la igualdad de oportunidades para acceder al mercado laboral. “El abuelo fue picador. Pero mi madre tuvo que pluriemplearse como picadora y zumbadora. Eran tiempos difíciles. La malaria se estaba controlando en todo el mundo y había que sobrevivir trabajando de lo que salía. Ahora, con el cambio climático, la malaria aumenta y ya no hay trabajo para todos. Hay que repartirlo”, confiesa un joven mosquito recién salido de la universidad, pesimista ante su futuro.

Quedan fuera del acuerdo de reparto de actividades profesionales entre mosquitos que pican y mosquitos que zumban los mosquitos gordos que se limitan a permanecer posados en la cortina de la ducha porque su tamaño intimida y los humanos prefieren usar el orinal antes que utilizar el retrete confiando en que no estén allí a la mañana siguiente, que ya se acogían a un régimen especial.

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