Desde el 3 de julio está en vigor la Directiva Europea del Tapón de Rosca Inseparable Totalmente Obligatorio (DETRITO). Como consecuencia florecen las redes de tráfico de botellas de plástico con tapones vintage. Estos emprendedores buscan lucrarse en el mercado negro facilitando al adicto evitar los arañazos en la nariz y las inevitables pérdidas de líquido y dignidad provocadas por los nuevos tapones inseparables de botellas o briks. “Las mafias están en manos de post adolescentes que aprendieron de niños a acumular tapones en las recolecciones benéficas que se hacían hace menos de diez años”, explica el periodista Jacobo Tellazo. Entonces no era negocio: cada tonelada de tapones, alrededor de 500.000 unidades, se pagaba a 200 euros de media en 2015.

Pon la boca así…

Hoy sí lo es. Oferta y demanda. Alberto Núñez Feijóo, nombre ficticio, reconoce haber adquirido por cien euros un botellín plástico de agua mineral vintage en el parking de su discoteca favorita. “Con las latas consiguieron que, aunque la anilla quedara pegada al envase, no te molestara al beber. Esto otro es un fracaso total. Otro bulo de Sánchez”, añade indignado. La socióloga Irene Gacionista explica desde su despacho en el Observatorio Europeo de Serpientes de Verano que las “obsoletas” asociaciones para la lucha contra enfermedades raras o casos individuales de enfermedades raras “o de gente rara sin más con causas raras no necesariamente lícitas”, que recolectaban antaño con mano de obra infantil la práctica totalidad de tapones y los vendían a las plantas de reciclaje para obtener dinero han dado paso a otros grupos.

“Son aquellos niños, resentidos, obligados a acudir los lunes a clase con una bolsa cargada de tapones apestosos de agua, leche, lejía o líquido anticongelante”, admite Jacobo Tellazo mientras intenta localizar a su camello de cabecera, que le ha prometido seis botellas de 250 ml. desinfectadas para ir tirando.

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