Una pareja de turistas de Madrid que se encuentran veraneando en una casa rural de Fresnillo de las Dueñas, provincia de Burgos, han denunciado a los propietarios del piso turístico, al ayuntamiento y a la diputación provincial por tortura psicológica, colaboración necesaria y dejación de funciones respectivamente, tras descubrir que el gallo residente en el corral de la finca colindante también canta los cuartos. Según uno de los veraneantes capitalinos, que prefiere mantenerse en el anonimato, en el folleto no se mencionaba que el gallo iba a estar cantando “como un energúmeno” cada quince minutos y ha añadido que no encuentran ninguna farmacia de guardia en la que reponer las cuatro cajas de ansiolíticos que ya habían vaciado tras las primeras horas en el pueblo.

El horror, el horror

El propietario de la finca vecina a la casa rural en la que veranean los turistas madrileños ha admitido que el gallo lleva al menos dos meses de huelga de celo por su descontento con la falta de mejoras salariales, la no contabilización de las horas extras y las cada vez mayores exigencias en tareas atribuidas y exigencias de formación. “De normal canta como todos los gallos. Al amanecer, al mediodía, a media tarde y en mitad de la noche, entre las tres y las cinco de la mañana. Pero ahora lo hace cada cuarto de hora, como el reloj del ayuntamiento. Lo hace por joder. Para forzar la renegociación del convenio”, explica Francisca Cahuete, dependienta de la tienda de ultramarinos y coloniales.

Los turistas denunciantes, que no han querido hacer declaraciones a la salida del juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Aranda de Duero, tienen la mirada perdida en el infinito, muestran varios tics nerviosos y sufren de ataques de ansiedad cuando ven pasar a un repartidor de KFC.

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