Sísifo, rey de Corinto, ha comunicado a su familia que tampoco podrá cogerse vacaciones este año. A pesar de las promesas de Zeus, que le había dicho que agosto eran malas fechas pero que a lo mejor podía reservar unos días en septiembre, deberá continuar empujando una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada a la espera de que se alivie un poco la carga de trabajo en los meses venideros. Su esposa Mérope le ha recriminado que siempre está con lo mismo, que no puede pasarse la vida dependiendo de que se pueda coger vacaciones y que piensa llevarse a su hijo Glauco a casa de sus padres en la Manga del Mar Menor.

Ya habrá más días

Aunque no es la primera vez que Sísifo se queda de Rodríguez todo el verano, confiaba en que este año las cosas fueran diferentes y pudiera disfrutar de unas semanas en la playa. Hades, señor del inframundo y jefe de personal de la empresa, le ha explicado que “remamos todos en el mismo barco” y le ha pedido un poco de compromiso con la compañía para disuadirle de invocar el convenio colectivo. “Esas piedras no se van a subir solas y lo que no puede ser es que aquí hagamos lo que nos dé la gana cuando existen unos encargos comprometidos a los que hay que dar salida”, justificaba Perséfone, socia y esposa de Hades, quien explica que Sísifo no tuvo tan en cuenta el Estatuto de los Trabajadores cuando le puso grilletes a Tánatos impidiendo que la gente muriese, perjudicando a la hucha de las pensiones.

El suegro de Sísifo, Atlas, le ha sacado la cara a su yerno y ha explicado a la familia que el trabajo es sagrado y que a veces hay que echárselo a las espaldas con resignación. “Las navidades están a la vuelta de la esquina y con un poco de suerte igual hasta me puedo coger el puente de la Constitución”, comentaba Sísifo con un hilo de esperanza.

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