La inminente entrada en su recta final del mes de agosto y con ella el regreso de sus vacaciones de familiares, amigos y conocidos ha disparado la demanda de talleres de habilidades sociales para aprender a simular que lo que nos cuentan nos interesa e incluso nos importa. Según los psicólogos, la modernidad líquida en la que habitamos hace que cada vez nos resulte más difícil mantener la hipocresía por nuestra propia cuenta, a través de la cual buscar la validación social, por culpa de la mutabilidad constante de tendencias, identidades, narrativas y estéticas. Por esta razón se hace imprescindible la ayuda de cursillos que nos permitan aprender a disimular el hastío ante discursos entusiastas de terceros.

Ayuda profesional

El bombardeo incesante en redes sociales de mensajes que buscan el refuerzo positivo ha convertido en una tarea ardua sostener la empatía cuando el autor o autora de los mensajes nos interpela personalmente. De ahí el auge de módulos formativos que enseñan técnicas de simulación de interés. Profesionales del ramo de la psicología exponen que hasta hace sólo unos años era relativamente sencillo sonreír durante un lapso de una hora u hora y media, que era lo que nuestros allegados tardaban en enseñarnos las fotos de sus vacaciones.

“Si había problemas de pareja, o con otros amigos, o en el trabajo, la charla unidireccional podía extenderse a las cinco horas. Pero eran hechos puntuales, a menudo estacionales y cíclicos, que se podían sobrellevar con un poco de mano izquierda y alcohol de media graduación. Pero ahora entre whatsapps, instagrams y videollamadas a traición la exposición es constante. Nos hemos quedado inermes para gestionar nuestro sudapollismo con un ápice de credibilidad”, explica el experto en mindfulness Quique Temueras, coordinador de uno de los cursos.

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