Txarriboda News 1193 (26-08-2024)
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Historiadores del Arte y fotógrafos especializados en arquitectura han transmitido su preocupación por el futuro de la representación pictográfica de monumentos. Vaticinan que las fotografías de referentes históricos que ilustrarán catálogos y guías artísticas en las décadas venideras mostrarán indefectiblemente la cabeza de alguien sonriente o haciendo una mueca que ocultará prácticamente en su totalidad el edificio, cuadro o escultura a su espalda. Según las conclusiones de varios estudios, los selfies de vacacionistas que se sacan una autofoto delante de la torre Eiffel, del Big Ben o del Empire State Building están marcando una tendencia preocupante que podría afectar al archivo fotográfico histórico que dejemos a las futuras generaciones. Nuevo paradigma La estrecha relación entre sensibilidad artística, convenciones plásticas y divulgación historiográfica ha configurado a lo largo de los siglos la manera en que se representan los grandes hitos constructivos de la humanidad y ha servido para generar el estándar con que se hace público el acervo cultural. “Los folletos turísticos para visitar Egipto de hoy en día no se entenderían sin el óleo en lienzo Bonaparte ante la Esfinge que pintó Jean-Léon Gérôme en 1867. Pero claro, una cosa es sacar a Napoleón en pequeñito, a un lado, discreto, para que se vea a la estatua bien tocha, y otra poner tu puta cabeza delante, que al final se ven más los empastes del autor del selfie que el monumento que tiene detrás”, explica Odette Ybaila, gerente de la tienda de regalos del Museo del Louvre. Los responsables de editoriales especializadas como Taschen asumen que sus futuros libros irán sobre cabezas de personas delante de la Casa de la Cascada de Wright, la Villa Tugendhat de van der Rohe o la Torre Inclinada de Pisa de Calatrava. © elkarma.eus |
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