Médicos, ingenieros agrónomos, alergólogos, botánicos y expertos en nutrición están de acuerdo en que el índice de gluten con intolerancia a los humanos ha crecido exponencialmente. Aunque los cambios en los hábitos de consumo y los nuevos protocolos de alerta temprana pueden explicar en parte el aumento de los casos en los últimos años, se desconoce el factor determinante de este crecimiento de gluten celiaco. Agricultores de toda Europa se encuentran alarmados porque cada día más trigales sufren retortijones y diarrea, lo que ha obligado a la Unión Europea a crear una nueva ley de etiquetado para advertir sobre si los abonos pueden contener trazas de persona.

Justa reciprocidad

El incremento de gluten, las proteínas contenidas en las semillas de los cereales de secano, con alergia a la gente preocupa a las propias comunidades de plantas de trigo, cebada y centeno, ya que cada vez tienen más difícil quedar con amigos para comer y hacer la fotosíntesis juntos sin que alguno diga que es intolerante al dióxido de carbono proveniente de seres humanos. “Yo entiendo que una enfermedad es una enfermedad, pero creo que son moderneces y que le echan mucho cuento. Llevamos décadas creciendo sobre una fosa común de la guerra civil y hasta hace cuatro días nadie se estaba quejando de nutrirse del compost generado por personas a las que les dieron el paseíllo”, explica un trigal de un pueblo de Burgos.

Aunque existen alternativas para cultivar cereales celiacos con fertilizantes libres de persona, su precio es más elevado y sólo pueden adquirirse en tiendas especializadas en alimentación naturista, por lo que el margen de beneficio de las explotaciones agrícolas se ve reducido y podría explicar el desabastecimiento de obleas para empanadillas de Buitoni.

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