Una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos zanja que “los iconos esquemáticos representando universalmente, al menos desde la señalética de las olimpiadas de Munich en 1972, a un ser humano con el vientre abultado, vistiendo lo que se interpreta cabalmente como falda, vestido, gabardina, abrigo, gabán, tres cuartos o túnica, indican que los asientos marcados así no son utilizables por varones, ni hembras, aquejados de barriga cervecera, aunque vistan su atuendo tradicional al formar parte de una embajada futbolística o hinchada cultural escocesa”. Se pone así fin al pleito presentado por el súbdito británico Steven McGuffin durante la Eurocopa del pasado verano.

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La sentencia del TEDH sienta jurisprudencia en todo el territorio de la Unión Europea. “Lamentablemente al ceñirse al caso McGuffin contra la Kölner Verkehrs-Betriebe deja fuera otras circunstancias cada vez más tristemente frecuentes” se lamenta Matilde Veras, presidenta de la Sociedad Para la Perfecta Ordenación (SOPAPO). Veras se refiere a que cada vez más varones ocupan las plazas de parking reservadas para mujeres embarazadas con carrito de bebé “confundiéndolas” con espacios reservados para hombres de talla XXL aficionados a las barbacoas. “Por no hablar de los putos viejos, y viejas, que no te ceden el asiento aunque te vean de ocho meses y a ellos les queden dos telediarios. Así no se fomenta la natalidad”, comenta Marimar Tadetó que lleva en la SOPAPO los casos de gerontofobia.

Steven McGuffin ha manifestado que acatará la sentencia. Además, no quiere dar problemas a la selección escocesa de balconing de la que forma parte. En esta modalidad deportiva un abdomen excesivamente abultado y/o una falda de cuadros que coge vuelo y no permiten ver la piscina con claridad pueden resultar contraproducentes.

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