Txarriboda News 1265 (03-12-2024)
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Inma Nolarga Cogote, una madre de 46 años de Villarcayo, Burgos, ha confesado que ha tenido que arrearle una colleja a su hijo de 14 durante el desayuno para sacarle del ensimismamiento que le había provocado morder una magdalena mojada en el Colacao. Según la progenitoria, al adolescente se le había quedado una mirada perdida “como de eco de la infancia, como si el sabor de la magdalena hiciese las veces de un hilo dorado que tejiera un puente hacia el ayer, hacia un tiempo olvidado que resucitaba, y sus sentidos se embriagaran de memorias teñidas de nostalgia y ternura, el muy gañán”. La madre ha asegurado que siempre desayunan con sobaos Martínez, pero que esa mañana lo habían hecho con magdalenas de una marca francesa en la que aparece un señor con bigote que le habían traído unos primos de Hendaya. Ni prust ni prast La mujer, que ha desestimado denunciar la marca a la OCU, ha achacado el epidodio de regresión de su hijo a que el muchacho es de naturaleza “tirando a idiota” y que no sabe qué hacer para llamar la atención con tal de llegar tarde al colegio. El niño se ha defendido diciendo que en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó su paladar, se estremeció. “Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria”, explicaba el adolescente ante la mirada severa de su madre, quien afirma que no cree en los castigos corporales pero que a veces “hay que soltar una hostia a tiempo”. A pesar de que el muchacho sostiene haber dejado de sentirse mediocre, contingente y mortal, su madre ya ha pedido hora con el psicologo “porque con estas bobadas no podemos seguir”. © elkarma.eus |
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