Un vecino de Logroño, jubilado de Renfe y misántropo “de toda la vida”, ha informado a su grupo de amigos con los que queda para pasear por el parque del Ebro, que él ya odiaba y opinaba sobre los demás mucho antes de que se haya convertido en mainstream. El hombre ha explicado que los jóvenes son todos una adanistas que se creen que se han inventado lo de creer que todo el mundo es gilipollas menos ellos, cuando, como luego ha matizado sentado en un banco del parque de calistenia aledaño, en realidad es sabido que todo el mundo es idiota menos él.

La gente es imbécil

El señor jubilado cree que todo el asunto de crispar a la sociedad hacia la polarización, generando una guerra cultural frentista, no es de hoy y que todavía se acuerda de cuando en el 97 quisieron poner ascensor en su edificio y ya se organizaron varias peleas en el portal entre los vecinos que vivían a partir del 3ª, que querían pagar la derrama, y los que vivían en el 1º y el 2º, que no. El jubilado defiende que las nuevas generaciones se apropian de lo de odiar a gente que no conocen y de incitar a la cultura de la cancelación cuando él hace mucho tiempo que pide a sus familiares que no compren en la charcutería de la esquina porque la tendera dijo una vez que le gustaban más Los Brincos que Los Bravos. “Y luego está eso de que ahora la gente se oculta bajo pseudónimo para poner comentarios ofensivos en las redes sociales esas. Anda que no habré metido yo ratas muertas en el buzón del pofesor de catequesis”, añadía el hombre mientras señalaba a los niños gordos que utilizaban el tobogán del área de juegos infantiles.

El hombre ha querido puntualizar que esas personas que le acompañan al parque son sólo conocidos en realidad, porque él nunca tendría como amigos “a ese hatajo de subnormales” lo que pasa es que le aburre pasear solo.

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