António Guterres, secretario general de las Organización de las Naciones Unidas, ha confirmado que el 1 de enero de 2025 entra en vigor la lista mundial de hospitales bombardeables. “Con suerte nos llevarán la contraria y, si no, pues ajo y agua”, ha comentado el portugués en su habitual mensaje de fin de año al que nadie ha prestado atención. Para confeccionar la lista se ha pedido a cada estado miembro de la ONU que remitiera los nombres de cinco establecimientos. “Preferentemente los de mayor bulla en la sala de espera de urgencias un fin de semana y así maximizar daños colaterales”, explica la francesa Chloe Splosionns, alta comisionada de la ONU para la Diplomacia Inversa.

Doce horas llevamos aquí

Tras durísimas negociaciones se ha alcanzado el acuerdo de que los estados podrán venderse entre sí los derechos a bombardear hospitales y a ser bombardeados. “Como con los derechos de emisión de dióxido de carbono”, explica el economista Joserra Paces. Pese a los intentos de España, y otros estados del norte global, las listas de espera para operaciones no desaparecerán al ser bombardeado un hospital ni al ser vendidos los derechos de bombardeo. “Así la gente podrá seguir diciendo que la sanidad está hecha una mierda”, explica Splosionns. Por lo que sea, la Autoridad Nacional Palestina no ha remitido ningún nombre a la ONU. “Creo que llueve sobre mojado pero pregúntele a ellos”, comenta Guterres. Turquía por su parte ha pedido expresamente dejar fuera del listado a sus clínicas de implantes capilares en el norte del Kurdistán sirio.

Joserra Paces cree que la iniciativa de la ONU debería extenderse a guarderías y centros de enseñanza. “Sin duda contribuirá a equiparar el precio de la vida humana en todo el planeta”, comenta esperanzado mientras opera en el mercado de futuros del esparadrapo de doble capa.

© elkarma.eus