Un año más ha comenzado la tradicional campaña de concienciación dirigida a viajeros del tiempo para que no hagan spoiler ni revelen información sobre los acontecimientos futuros que tendrán lugar a lo largo de 2025. Como ya viene siendo habitual en esta época, cientos de excursionistas temporales visitan el comienzo del año movidos por el morbo y la curiosidad, y no pocos hacen gala de una absoluta falta de civismo, revelando lo que sucederá en los meses venideros ante el disgusto de los nativos temporales a los que se estropea la sorpresa. La ONU, la Corte Internacional de Justicia, el FMI o Loterías y Apuestas del Estado son algunas de las organizaciones e instituciones que participan en la campaña que apela a la empatía y la discreción de los cronoturistas.

Así pierde toda la gracia

Cuando aún no ha finalizado la primera quincena del año, viajeros temporales ya abarrotan las calles de pueblos y ciudades, aprovechando la temporada alta. Aunque hacer spoilers se castigará con sanciones administrativas y cuantiosas multas, ya existe constancia de revelación de eventos. “A un turista inglés borracho en Benidorm ya se le ha escapado lo de la bomba sucia en Bruselas en marzo. Y un matrimonio argentino no ha podido evitar comentar lo de Elon Musk debutando en agosto como nuevo cocodrilo de Cantajuego después de su cese por Trump al haber invertido toda la deuda pública de los EE.UU. en ceniceros hechos con nécoras con la leyenda ‘Recuerdo de Cuenca’. A tomar por el culo la emoción”, explica Rosa María Molló, Defensora de la Audiencia.

La policía de proximidad ha desplegado patrullas para evitar incidentes, como el de un grupo de jubiladas belgas del futuro que debatían en plena vía pública sobre si era peor el tsunami que asolará Rotterdam en septiembre o la pandemia mundial de gripe aviar de noviembre.

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