Un psicoterapeuta especializado en trastornos neurológicos ha comentado en un foro de expertos que comienza a sospechar que los insultos gratuitos que le dedica uno de sus pacientes podrían no deberse a un caso de Síndrome de Tourette. Tras meses de sesiones, el psicólogo, que había dado por sentado que la persona a la que trata sufría un caso canónico de trastorno del neurodesarrollo caracterizado por la presencia de tics motores y vocales, empieza a barruntar que las menciones a su madre (la del terapeuta, no la del paciente) y los cortes de mangas no responden a que el sujeto tratado padezca Tourette. El psicoterapeuta habría llegado a esta conclusión tras cotejar notas y darse cuenta de que los episodios de insultos se agravaban durante las sesiones en las que comunicaba al paciente que le iba a subir la tarifa de las consultas.

Nada por sentado

Aunque el psicólogo considera que es pronto para refutar del todo el diagnóstico de Tourette, existen indicios que inducen a la sospecha. “El paciente se sienta, me mira fijamente y de repente me dice que se caga en mi puta estampa, que soy un psicólogo de mierda y que no tengo vergüenza. En un principio el Tourette parece claro, pero no descarto otras opciones”, apuntaba el psicoterapeuta. Aunque el cuadro de palabras obscenas, juramentos en hebreo y gestos ofensivos parecía no dar lugar a dudas, el especialista no las tiene ahora todas consigo, ya que su articulación es compleja, precisa y bien elaborada.

“Si no fuera porque soy un profesional curtido con años de experiencia casi diría que no se trata de tics involuntarios, pero claro, todavía tenemos mucho que aprender del funcionamiento del cerebro”, apuntaba el psicólogo, que ha observado que la retahíla de insultos se intensifica cuando mira al reloj y bosteza delante del paciente.

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