Siguiendo la enseñanza del general chino Sun Tzu en El Arte de la Guerra de que la mejor victoria es vencer sin combatir, España integrará el importe estimado de su consumo de cannabis en el gasto de defensa. Con fuerzas armadas profesionales desde 1996, los globazos sonda llamando a recuperar el servicio militar obligatorio por la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 no han despertado excesivo hype en una juventud que prefiere atender otros frentes. “El volumen del tráfico de narcóticos recreativos alcanza los 8.000 millones de euros anuales, pero hay que separar el grano de la paja con una buena raya, ¿vale?”, cuantifica Juancar Gadores subsecretario de presupuestos para zonas grises.

Niebla de guerra

La ministra Margarita Robles admite que ya se estudia la parte correspondiente al cannabis de esos 8.000 millones y si también añadir la del consumo de alcohol “pero sólo hasta la fase de exaltación de la amistad”. El presidente del Gobierno Pedro Sánchez está empeñado en que España, que ha aumentado el gasto en un 70% en la última década, cumpla el compromiso de alcanzar el 2% para 2029. Las exigencias de Donald Trump para que los aliados de la OTAN alcancen “fucking now” el 5% del Producto Interior Bruto comprando a los Estados Unidos los artilugios necesarios han desatado el pánico financiero en las cancillerías europeas. “Somos un protectorado norteamericano. Qué sorpresas se lleva uno en la vida”, musita un diplomático danés que prefiere mantener el anonimato.

A expensas de que funcione el artificio contable el mando supremo de las Fuerzas Armadas lo ve negro. “Hasta los jóvenes que quieren ser funcionarios optan por vías civiles para chupar del bot eeeeeh… De servir a la patria”, se lamentaba en los corrillos de la Pascua Militar el rey Felipe VI.

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