Miles de ratas con discapacidad, amputación de las extremidades inferiores y problemas de movilidad se concentraron ayer martes a las puertas de la funeraria Bosques del Recuerdo, en la ciudad mexicana de Veracruz, para dar su último adiós a Paquita la del Barrio, la popular cantante recientemente fallecida. Aunque el funeral ha sido privado por expreso deseo de la familia, la multitud de roedores ha organizado en la calle improvisados recitales en los que, portando velas encendidas y retratos de la artista, han cantado estrofas de Rata de dos patas, la icónica ranchera que dio visibilidad a su colectivo. El compromiso de Francisca Viveros Barradas, nombre real de la legendaria intérprete, con las ratas antes llamadas minusválidas o tullidas, ha conmovido a generaciones de miomorfos, bípedos o no, que aún corean sus temas.

Más allá de Speedy Gonzales

El colectivo de ratas discapacitadas siempre ha apreciado el cariño y la ironía con que Paquita ha tratado la situación de esta minoría con estrofas emblemáticas como “Animal rastrero / Escoria de la vida / Adefesio mal hecho” o “Deshecho de la vida / Te odio y te desprecio”, que reflejan con crudeza el trato que ha sufrido históricamente. Rampas de acceso a alcantarillas, zonas de aparcamiento reservadas o la adquisición subvencionada de miembros prostéticos son algunas de las conquistas en favor de la accesibilidad a las que ha contribuido el compromiso de Paquita la del Barrio. “Nos hemos empoderado gracias a ella. Su muerte nos rompe por dentro”, declaraba Miguelito Mauser, rata postrada en silla de ruedas tras un trágico accidente con un cepo en el que había un trozo de queso.

Las ratas han restado importancia a algunas voces que sugieren que la canción podría tratarse de una metáfora, a las que han calificado de negacionismo capacitista.

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