Txarriboda News 1323 (23-02-2025)
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Un funcionario administrativo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de 52 años ha presentado la solicitud de prejubilación anticipada porque sostiene que el trabajo es un “robatiempos” que le ocupa la mayor parte de su agenda. El empleado público asegura que desde que cumplió los 50 y decidió reinventarse a sí mismo para superar su crisis de madurez, trabajar le está resultando un escollo cada vez más insalvable para compatibilizar horarios con las clases de escritura creativa, los partidos de pádel, las excursiones al campo, ir a bares de divorciados, las catas de vinos, el cine, los cursillos de bailes de salón, los paseos en bicicleta, las citas de Tinder, los torneos de mus, las barbacoas con amigos, observar pájaros o leer el periódico en la biblioteca. Todo no se puede Consciente de que “estamos todavía a años luz de encontrar una solución razonable al tema de la conciliación”, el funcionario, que prefiere mantenerse en el anonimato porque hay mucha envidia, confía en que la Administración curse con diligencia su solicitud y pueda librarse para siempre de tener que madrugar a las 10 de la mañana para acudir a su puesto. “A ver, el trabajo en sí tampoco es que me disguste. Pero no me llena tanto como los talleres de cocina gourmet o el curso de fotografía. Y claro, al final son 7 horas de jornada laboral que te quitan tiempo. Siempre llegas apurado a las charlas de numismática o a las clases de yoga. Echas cuentas y no te da el día. Al final hay que renunciar a algo”, explica el funcionario con un calendario y una calculadora. El trabajador del Estado sólo espera que no le anden mareando con los trámites administrativos porque entre lo de ser jurado del concurso de tortillas de su barrio, la esgrima y el taller de restauración de muebles, no le da la vida. © elkarma.eus |
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