La situación crítica del Papa Francisco como consecuencia de la crisis respiratoria, que ha agravado su neumonía bilateral, preocupa a la curia Vaticana, pero no por la pereza que le da organizar un nuevo cónclave sino por el comportamiento del Sumo Pontífice en sus escasos momentos de consciencia. Las continuas entradas y salidas de Bergoglio del umbral de la muerte le habrían dotado de poderes extrasensoriales y la naturaleza de su discurso resultaba inquietante. Cada vez que Francisco tocaba a alguien se podía apreciar en sus ojos una mirada de angustia, e incluso musitaba palabras inconexas como “campos de concentración… hongo nuclear… camisas negras…”, cuando tomó de la mano a Giorgia Meloni antes de la trombocitopenia, o “los niños… has vuelto a hacerle eso a los niños…”, tras abrazar a uno de sus cardenales.

La zona muerma

El pro-prefecto del dicasterio para la Evangelización ha declarado que la posibilidad de que el Papa Francisco hubiese podido desarrollar poderes sobrenaturales tras pasearse por el Más Allá como un portero de finca es un mal menor y la cosa podía haber sido peor. “Más grave hubiese sido que al cruzar al Otro Lado se le hubiera revelado que el gran demiurgo es en realidad el Monstruo del Espagueti Volador o que los homosexuales tienen alma. Que el Papa conociera tu pasado, tu presente y tu futuro con solo tocarte es algo incómodo pero asumible”, explicaba el arzobispo Rino Fisichella.

En las horas previas a su recaída, Su Santidad caminaba por los pasillos del Hospital Universitario Agostino Gemelli rehuyendo el contacto físico. “Decía que las visiones le perturbaban. Que se arrepentía de no haber caminado hacia la luz al final del túnel. Que la infección polimicrobiana era mejor que los flashes en los que puede ver orgías de seminaristas disfrazados de Putin. ¿Perdón? Ah, no. De putti, de putti… Los angelotes gordos esos de los cuadros de Murillo”, comenta una enfermera off the record.

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