Un golden retriever, de nombre Rocky, vecino de la localidad burgalesa de Aranda de Duero, se ha visto obligado a sacrificar a su dueño, que se había caído en la cocina y aullaba de dolor mientras se sujetaba el tobillo con ambas manos, para acabar con su sufrimiento. Así lo ha comunicado la clínica veterinaria que ha tenido que encargarse del certificado de defunción y a la que el perro había llamado también para dar de baja el chip del finado, gestión burocrática sobre la que le han informado que no era necesaria. El propietario humano del can había resbalado con las baldosas del suelo, recién fregado, y se encontraba tirado en medio de la cocina cuando Rocky lo encontró y decidió mostrar misericordia con el pobre humano, ahogarle con el mocho de la fregona y terminar así con su calvario.

Adiós amigo

Diversas organizaciones animalistas han enviado sus condolencias al perro para tratar de animarle después de tan duro trance. “Es demoledor tener que despedirse así de un fiel compañero, pero era lo mejor. El pobre estaba sufriendo y a Rocky no le quedó más remedio que tomar una decisión. Tal vez de las más difíciles de su vida. Mucha fuerza Rocky”, comentaba Encarna Vall, miembro de la protectora de animales Huellaranda. Según fuentes cercanas a la clínica veterinaria, el dueño de Rocky se encontraba delirando cuando se le acercó su mascota y decía cosas como “Puto perro, que sólo es un esguince, hostias” o “Me cago en tu madre, que me asfixio coño”, motivo por el cual Rocky se convenció de que su amo estaba en las últimas y sacrificarlo era la única solución posible.

El entorno de Rocky se ha volcado en su apoyo al animal y le han recomendado adoptar un nuevo cachorro de humano, “nunca comprarlo”, para que le ayude a sobrellevar el duelo.

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