El movimiento de madres ha acudido por primera vez dividido a los actos del Primero de Mayo por culpa de las diferencias irreconciliables alrededor del tupper. Regulacionistas y abolicionistas no han acercado posturas acerca de la fiambrera de plástico transparente que los hijos que residen fuera del hogar familiar entregan vacía a su progenitoras, con la exigencia de recuperarla llena antes de regresar a su domicilio, y han organizado manifestaciones separadas en todo el Estado con motivo de la celebración del Día del Trabajador con pancartas y consignas distintas.

El tupper para quien lo trabaja

Aunque el colectivo de madres está de acuerdo en que la del tupper es una práctica abusiva que denigra tanto a la madre, que se esclaviza coaccionada por las convenciones sociales, como al hijo, que se convierte de manera consciente en un parásito que alimenta la falsa creencia de que se ha independizado de sus padres y sabe valerse por sí mismo, un sector considera que debe reglamentarse mientras el otro es partidario de su prohibición.

“No nos vale que simplemente se admita que es una costumbre que perpetúa roles que deberían desaparecer. No nos convence que nos digan que algunas madres lo hacen porque quieren. No nos basta con que exista consenso sobre que las cosas no pueden seguir como hasta ahora. Hay que abolir la práctica del tupper. Hay que prohibir esos filetes empanados que acaban en la fiambrera del vástago desagradecido después de media hora de buscar la tapa correspondiente porque el muy gañán va devolviendo los tuppers y su cubierta tarde y en desorden. Stop abusos…”, expresa a través de un megáfono Noemí Croondas mientras sostiene con la otra mano un cartel que reza “Ni croquetas ni croquetos”.

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