Txarriboda News 912 (08-08-2023)
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Casi una década después de que comenzase su perversa actividad, efectivos de la policía han identificado y detenido al empleado de la empresa Balay que se automutilaba y escondía trozos de su cuerpo en lavavajillas, hornos, lavadoras o frigoríficos almacenados en la sección de embalaje antes de que salieran al mercado. Según fuentes próximas a la investigación, la macabra práctica había comenzado en 2014, coincidiendo con el lanzamiento de la campaña publicitaria “Un poquito de mí”, ya obsoleta, que inauguraría el actual posicionamiento de marca que busca generar vínculos entre trabajador y cliente. De acuerdo con los testimonios de otros trabajadores, el detenido, irónicamente, no tenía ningún amigo en Balay. Responsabilidad corporativa El empleado detenido por las fuerzas del orden presentaría varios trastornos de personalidad, entre los que se encuentran la psicopatía clínica, exceso de celo laboral e incapacidad patológica para entender los mensajes de manera no literal. Aunque la mayoría de los clientes que encontraron restos humanos dentro de su aparato electrodoméstico no le dieron importancia y consideraron que un dedo cortado siempre es preferible a un bloque de poliestireno “que deja la moqueta hecha unos zorros por mucho que pases la aspiradora”, el hombre ha pasado a disposición judicial dentro de un carrito de bebé debido a su evidente merma física. La dirección de Balay ha emitido un comunicado de prensa para explicar que a partir de este momento ningún lavavajillas de la marca volverá a incluir trozos de oreja ni de meñiques del pie “por muy útiles que les hayan resultado a algunas personas para colocarlos entre los platos y que no se descascarillen con el vaivén”. © elkarma.eus |
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