La petición de pena capital para el presunto asesino de Edwin Arrieta podría haberse acompañado con un procesamiento por delito ecológico y alimentación dolosa de fauna marina. Sin embargo, la policía “se ha antropocentrado en el daño del ser humano”, denuncia Pacmalong Banderillerongka, de la Confederación de Amistad Con los Animales (CACA). Según las autoridades, que Daniel Sancho no arrojara los restos del finado al contenedor de orgánico es irrelevante. “Tras el detalle de dejarnos el ticket de compra de sus útiles de asesino en una bolsa con los restos mortales no íbamos a cebarnos con el muy imbécil”, admite el inspector Mortadelong Filemonkarrang.

El orden de los factores

La autopsia indica que la fauna marina tailandesa que haya podido alimentarse de los restos que Sancho arrojara al mar no ha corrido peligro de intoxicación. El biólogo marino Jaques Cointreau, que reside en Tailandia en busca del megalodón, no ha encontrado señales de tal cosa en sus inmersiones. “Lo más raro que he visto es una esponja amarilla parlante vestida con unos extraños pantalones, pero nadie me cree”, comenta acodado sobre la barra de un bar en el que todavía le fían. Mientras arrecia la campaña mediática para que el avezado chacinero, según acreditan sus vídeos en redes, pueda cumplir una pena larga, pero no legalmente mortal, en España, en la zona de los hechos la consternación por lo ocurrido es escasa. “Aquí la peñita va a lo suyo, como Sancho pero en plan bien, no sé sí me sigue”, susurra Cointreau mientras intenta sisar 5 dólares del bote.

Ha transcendido que la defensa de Sancho intentará centrase en el hecho de que la muerte de Arrieta se produjo antes de su descuartizamiento, lo que indicaría “cierta buena voluntad” en su proceder.

© elkarma.eus