El Observatorio para el Pluralismo de los Cereales ha publicado un informe en el que se confirma que la presencia cada vez mayor de pan integrista amenaza con radicalizar la sección de desayunos de los supermercados y pone en peligro la convivencia entre las diferentes comunidades de panes de molde. Los discursos de odio de estas corrientes defensoras de interpretaciones rigoristas de la tradición son la principal preocupación de madalenas, brioches y cruasáns, quienes aseguran sentirse amenazados. Aunque gerentes, encargados, cajeras y reponedores consideran que se trata de una minoría, el clima que se vive en la periferia de la sección de productos lácteos es de intranquilidad y alarma social.

Semillas de rencor

Según los expertos, la situación es una consecuencia de las desigualdades entre panes, que generalmente se ha resuelto con medidas de apaciguamiento poco satisfactorias y que no han hecho sino perpetuar la hegemonía del pan blanco sobre otros colectivos más desfavorecidos como el pan moreno o el pan negro, relegados a guettos en lineales que no se encuentran en la línea de visión del consumidor.

“Resulta ahora muy fácil y conveniente culpar a las minorías de panes de radicalizarse y defender valores tradicionales e intolerantes, pero no podemos olvidar que su particular idiosincrasia ha sido sistemáticamente ninguneada por las clases dominantes, azuzadas a su vez por las élites, como baguettes o txapatas, que han mantenido su statu quo gracias a la anulación del hecho diferencial de esos otros panes que ahora abrazan discursos radicales y violentos”, explica Rebeca Napé, antropóloga social durante una conferencia de la Fundación Bimbo para la Cooperación y el Desarrollo.

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