La nueva Ley de Bienestar Animal, que entrará en vigor el próximo 29 de septiembre nace con el espíritu de crear un estado de bienestar que sirva de camino intermedio entre los extremos del comunismo de la izquierda y el laissez-faire del capitalismo de la derecha. El Gobierno quiere de esta manera crear una clase media de mascotas que no caiga en un liberalismo salvaje que pretenda desmantelar el entramado de servicios públicos y, al mismo tiempo, no se deje seducir por los “cantos de sirena” de las soflamas revolucionarias del comunismo estatista.

Por la paz social

Agentes políticos, económicos y sociales compuestos principalmente por perros, gatos y hurones vinculados al reformismo socialdemócrata, el socialismo cristiano, las élites conservadoras ilustradas y los grandes sindicatos industriales, han firmado un gran pacto de apoyo a la nueva Ley, que persigue crear un estado de prosperidad y bonanza que evite el conflicto social para que “todos rememos en el mismo barco, excepto tal vez los peces de colores, que pueden desplazarse por el agua pero a los que se anima a que no se alejen mucho del proverbial navío”, como ha recalcado Félix Bolaños, Ministro de la Presidencia. La nueva regulación quiere evitar que los animales en posiciones de poder, como los perros actores o los gatos que amasan grandes fortunas apareciendo en videos de TikTok, sigan perpetuando situaciones de desigualdad e insolidaridad hacia otras mascotas más desfavorecidas, especialmente las abandonadas en gasolineras.

Periquitos, agapornis y loros han manifestado que la nueva Ley de Bienestar Animal no les representa y anuncian movilizaciones para intranquilidad de los servicios de limpieza municipales.

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