Según lo últimos datos registrados en el Sistema de Información de Atención Especializada (SIAE) continúa aumentando el número de heridos con traumatismo craneoencefálico provocado por las precipitaciones de relojes despertadores que comenzaron a arreciar con especial virulencia a partir del lunes 4 de septiembre. Las previsiones de los servicios meteorológicos no son optimistas y se estima que la situación no se normalizará hasta mediados de la próxima semana, cuando la población que se ha incorporado al trabajo vuelva a acostumbrarse a madrugar.

Matar al mensajero

Personal de limpieza, trabajadores con turno de noche que regresan a su domicilio, runners y profesionales liberales que trasnochan porque no tienen que levantarse pronto son los colectivos que más visitas a urgencias e ingresos hospitalarios registran por encontrarse en la vía pública entre las 5 y las 7 a.m. “El síndrome post-vacacional, el autoengaño de creer que vivimos en un periodo de transición en el que realmente no nos hemos reincorporado del todo a la vida laboral y podemos seguir viendo series de Netflix hasta tarde, las altas temperaturas que no dejan dormir, los terrores nocturnos que generan las polémicas mediáticas alargadas artificialmente o el insomnio que provoca el imparable alza de precios perjudican a la calidad del sueño y el ciudadano medio lo acaba pagando cada mañana con el despertador, aunque mejor eso a que arroje por la ventana a un familiar o mascota”, explica Miguel Ángel López, presidente de Aemet.

Las palabras del responsable de la Agencia Estatal de Meteorología han sido contestadas con dureza por el gremio de relojeros, que considera que un Philips Wake-up Light HF3651/01 es mejor que muchas personas.

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