La Organización Mundial de la Salud ha alertado en su último boletín sobre una nueva pandemia de “mansedumbre autodestructiva” que se propaga por los países europeos con preocupante celeridad. El antropólogo Caín Ventario, coordinador de un estudio en más de doscientas colas de supermercado, constata que ”hay una línea muy delgada que separa a la buena persona del felpudo humano”. Desde la OMS apuestan por implementar talleres para la gestión de la mansedumbre. Preguntado por si este problema se da también en los Estados Unidos, Ventario responde que “menos, porque allí nunca sabes quién te puede pegar un tiro”.

Mejilla mejor la tuya

La psicóloga Maripaz Romana conoce el problema. “Tengo un paciente que lleva treinta años trabajando de transportista. Tiene 50 y le han puesto un jefe de 22”, explica Romana, que no da más detalles por la protección de datos y “algún otro temilla suelto” en el que prefiere no profundizar. “Este hombretón, que ni siquiera se ha afiliado a un sindicato jamás, ha sido siempre productivo, obediente y… buena gente”, describe Romana. Tras un mes de terapia su paciente ha sido capaz de decirle a su jefe en una constructiva conversación informal: “Lo de obedecerte va en el salario de mierda. Ahora, como vuelvas a cuestionar mi dedicación van a encontrar tu cadáver por fascículos en contenedores de materia orgánica de toda la provincia”.

Caín Ventario cree que con más gente a favor de gente en cada pueblo y nación habría menos gente difícil y más gente con corazón. ”Lo que pasa es que nos tienen agarrados por los tabúes”, dice escéptico mientras revisa vídeos de ancianas en la frutería de su barrio.

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